Acerca del proyecto

Acerca del Proyecto Sistemas Socioecológicos Sustentables en Territorios Cafetaleros del Sureste de México

Nuestros objetivos y metas

Objetivo general

Desarrollar estrategias de investigación e incidencia para contribuir al fortalecimiento de las familias campesinas y a la toma de decisiones informada en territorios cafetaleros mediante cuatro ejes de acción: adaptación al cambio climático, innovación y promoción de una caja de herramientas de buenas prácticas para la producción de café, diversificación de actividades de la familia campesina e innovación de mercado.

Objetivo general de incidencia

Desarrollar acciones piloto dentro de cuatro componentes del proyecto: adaptación al cambio climático; innovación y aplicación de buenas prácticas para el mejoramiento y conservación del suelo, micro-biota, manejo holístico de plagas y enfermedades, sombra del café y la selección de variedades; diversificación de actividades de las familias campesinas, conocimiento del potencial de productos y servicios para la diversificación agroecológica, la alimentación saludable, un modelo de atención para pequeños productores; el fortalecimiento organizativo y las alternativas de mercado nacional de café.

Objetivo general de investigación

Desarrollar investigación participativa y pertinente que soporte las acciones de incidencia como estrategia para la adaptación al cambio climático mediante el mejoramiento de los acervos naturales, físicos, humanos, financieros y sociales de las familias del territorio cafetalero.

Metas de incidencia

● Contar con planes y estrategias de adaptación
● Contar con mapas de escenarios de cambio climático, riesgos y servicios hidrológicos para el café de los estados de Veracruz, Puebla, Oaxaca y Chiapas
● Co-construir y adaptar tecnología y dispositivos agroecológicos mediante diálogo de saberes, experimentación campesina, ensayos participativos, parcelas piloto y demostrativas para la conservación de suelo y su fertilidad, conocimiento y manejo de la micro-biota útil, manejo holístico de plagas y enfermedades, selección y conservación de variedades de café así como manejo de la sombra
● Proponer alternativas de reapropiación del valor de la alimentación saludable con las familias campesinas
● Estrategias de promoción del café nacional de calidad especial con organizaciones de pequeños/as productores/as (PP) de Chiapas, Oaxaca y Veracruz
● Crear mecanismos de mejora y aseguramiento de la calidad y promoción de los cafés de especialidad
● Coordinar el proyecto y sus acciones transversales
● Coordinar acciones de comunicación interna del equipo de trabajo y hacia fuera

Metas de investigación

● Evaluar el potencial de servicios ecosistémicos hidrológicos y de captura de carbono y los cambios en cobertura arbórea y sus factores causales en sitios piloto del territorio cafetalero
● Generar conocimientos e información a través de ensayos participativos y controlados para sustentar la incidencia de prácticas de conservación de suelo y su fertilidad, manejo de la micro-biota para control de plagas y enfermedades, selección y conservación de las mejores variedades de café, manejo holístico de plagas y enfermedades, estudio, conocimiento y manejo micro-biota útil y manejo de la sombra del café
● Entender las estrategias alimentarias de las familias campesinas de áreas piloto para sintetizar una metodología de re-apropiación de la alimentación saludable hacia su revalorización
● Regionalizar los estados cafetaleros como modelo de promoción de la caficultura nacional bajo la “Plataforma El Café de México. La riqueza de sus Regiones”

Historia

La historia de la caficultura en México tiene aproximadamente 200 años. El café se engranó con los sistemas socioecológicos campesinos en el territorio montañoso de México. Durante el régimen Cardenista los ejidos se expandieron y apropiaron el café. Entre los años 50 y 60 con la revolución verde, la política pública dirigió la intensificación de los sistemas de cultivo hacia una modernización basada en el productivismo y la aplicación de paquetes tecnológicos que resultó en la simplificación de la estructura, diversidad y funciones ecosistémicas de los sistemas de café. En tiempos de buenos precios el café se expandió apoyado por el Instituto Mexicano del Café (INMECAFE), el cual cerró a finales de los años 80 por políticas neoliberales; luego de una crisis en los 90 surgieron importantes organizaciones cafetaleras de primer y segundo nivel, las cuales, aprovechando la coyuntura de los mercados internacionales, dieron origen al café orgánico, de comercio justo y otras especialidades como estrategia de los grupos domésticos campesinos y sus organizaciones (López Barrios et al., 2019).
El café incrementó su superficie y calidad. Sin embargo, crisis recurrentes de precios, plagas y enfermedades, el desgaste de los suelos y el CC han reducido los rendimientos. Recientemente se exporta café de gran calidad a bajos precios y se importa café de mala calidad para el consumo nacional vendido como soluble (Herrera y Guerrero, 2020).
Aunado a esto, la demanda, el consumo y la cultura alimentaria del mexicano se ha transformado desde los años 1940 con impactos en la salud, como parte del “desarrollismo” y el “bienestarismo”.
Las familias campesinas en estos territorios cafetaleros han resistido las distintas problemáticas a las que se suma el efecto del CC que impacta a las sociedades y el ambiente provocando sequías, inundaciones, huracanes, deslaves y la distribución de las áreas óptimas para la producción y calidad de café, especialmente en las zonas bajas (Schroth et al., 2009; Laderach et al., 2017; Flores García et a., 2019), e indirectamente provoca el ataque de plagas y enfermedades, el cambio de uso del suelo y la reducción de rendimientos; y otros problemas como la migración, la falta de relevo generacional (Saldaña et al., 2017), las escasas opciones de los jóvenes ante la falta de empleo y oportunidades de realización local, la carencia de espacios de producción y de recursos económicos, paradoja que no se explica frente al avance en los niveles de escolaridad y la promesa de movilidad social a partir de la educación (Martínez-Jiménez et al., 2019).  Al mismo tiempo, los territorios cafetaleros observan una alta riqueza cultural y biológica, un gran potencial de servicios ambientales, capacidad de respuesta de sus pobladores y capacidad para persistir ante los cambios y reproducir la vida, pero en muchos casos esta capacidad se vulnera por las formas estructurales en las redes de producción que demeritan los recursos naturales y el trabajo campesino; y sobre- valoran los bienes tecnológicos y servicios industriales (Boege, 2008).
Recientemente el ataque de la roya desalentó a los productores, quienes desarrollaron distintas estrategias de adaptación, enfrentaron tensiones y lo que parece un dilema, entre producir café, mantener sus modos de vida y conservar la reproducción social y las funciones de aprovisionamiento (Benítez et al., 2020; Escobar et al., en prensa; Soto-Pinto 2019), regulación (Soto-Pinto y Jiménez Ferrer, 2018) y culturales (Herrera et al., 2012, 2017; Soto-Pinto, 2019) de los agroecosistemas. En el último año el café también sufrió una baja de precio debido a la sobreoferta mundial, actualmente se prevé una disminución de las ventas debido al suceso de la pandemia del coronavirus SARS COV2 (Covid19) que ha impactado al mundo y en particular a los países pobres como el nuestro y otros de América Latina (leer nota aquí).
Gobiernos, empresas y otras agencias desarrollan planes de adaptación y mitigación y distintas estrategias que les permitan aumentar sus ingresos, mitigar los riesgos asociados a la vulnerabilidad, mejorar sus mercados, aumentar la diversificación y otras estrategias (López-Barrios et al., 2019). En el ámbito estatal también se han elaborado planes (Gobierno del estado de Chiapas, 2008; Morales et al., 2011; Gobierno del estado de Veracruz, 2009). Sin embargo, estos son generales, han tenido escaso seguimiento y trabajo comunitario.
Actualmente, el sector campesino, mayoritariamente indígena o descendiente de grupos originarios, sustenta la mayor parte de la producción de café en México. Este sistema es el eje articulador de la economía familiar en estos territorios, gracias a la organización familiar campesina y sus organizaciones civiles (Cervantes-Trejo, 2019; Bello et al., 2019). En aproximadamente 60% de las unidades domésticas se produce maíz y otros básicos para auto-abasto en complemento con la producción y comercialización y de la venta de excedentes de otros productos. Dicha producción campesina es el resultado de la fuerza de trabajo familiar, el uso de instrumentos manuales, los conocimientos tradicionales y ciencia apropiada que conserva una alta diversidad, fuentes de agua, cobertura forestal, carbono, el microclima, la polinización y otras funciones ecosistémicas. Estos modelos tradicionales resisten el embate de los modelos hegemónicos, no sin una alta cuota de sufrimiento y explotación.
México es el segundo productor de café orgánico del mundo luego de Perú, y el onceavo lugar en producción de café a nivel mundial. Tres estados de la República producen la mayor parte del café mexicano: Chiapas, Veracruz y Oaxaca. Sin embargo, la mayor parte del café que se consume en México proviene del exterior. La mayor parte del grano se comercializa individualmente con intermediarios; otros con normas orgánicas y de comercio justo, entre otras y en menor proporción en nichos diferenciados. El café mexicano es de gran calidad en taza (aroma, cuerpo y exquisito sabor), gracias a las variedades utilizadas, las condiciones agroecológicas de su cultivo y el trabajo de las familias productoras, quienes desafortunadamente reciben sólo una mínima proporción del valor de una taza de café. No existen leyes que apoyen la cafeticultura campesina mexicana; según el Instituto Gilberto Bosques del Senado de la República, siete veces se ha desechado la ley de apoyo a la cafeticutura (A. Chelminsky Com. Pers 2020; Iniciativa de Ley sometida al Senado de la República Mexicana, documento en revisión, 2020, inédito).